Descripción
La técnica japonesa rakú de cerámica es un método único de elaboración y decoración de cerámica que se originó en el siglo XVI en la ciudad de Kyōto. El alfarero Tanaka Chōjirō creó esta técnica para producir piezas destinadas a la ceremonia del té, siguiendo los principios estéticos y filosóficos del budismo zen.
El nombre rakú significa «diversión» o «felicidad», y refleja el carácter espontáneo y creativo de este proceso.
La técnica rakú consiste en cocer las piezas de gres a baja temperatura (unos 900 °C) en un horno pequeño, y luego sacarlas en estado incandescente con unas pinzas de hierro.
Las piezas se colocan en un recipiente con material orgánico, como viruta de madera, hojas secas o papel, que se inflama al contacto con el calor.
El humo que se genera penetra en la superficie de las piezas, creando efectos de color, textura y brillo únicos e irrepetibles.
Los esmaltes que se usan para decorar las piezas contienen óxidos metálicos que se reducen al entrar en contacto con el humo, dando lugar a tonalidades metalizadas, nacaradas o tornasoladas. Finalmente, las piezas se sumergen en agua para fijar el proceso químico y enfriarlas rápidamente.
La técnica rakú produce piezas de cerámica con una belleza imperfecta y natural, que se adapta al estilo minimalista y wabi-sabi de la cultura japonesa.
El wabi-sabi es una corriente estética que valora la fugacidad, la imperfección y la simplicidad de las cosas. Las piezas de rakú tienen un aspecto rústico, irregular y delicado, que invita a la contemplación y al disfrute.
Algunas de las variedades más conocidas de rakú son el rakú rojo (aka-raku) y el rakú negro (kuro-raku), que se caracterizan por sus vidriados plomizos y brillantes.
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