Hola a todos, hoy les quiero contar sobre mi viaje a Japón y una de las cosas que más me llamó la atención: el buda de Kioto. ¿Sabían que existe una estatua gigante de buda en esta ciudad? Pues sí, y es impresionante. Les voy a contar cómo la encontré y qué me pareció.
Todo empezó cuando estaba planeando mi itinerario por Japón. Quería visitar los lugares más emblemáticos, pero también quería ver algo diferente y menos turístico. Así que me puse a investigar en internet y encontré una página que hablaba del buda de Kioto. Según decía, era una estatua de bronce de 24 metros de altura que se encontraba en un templo llamado Rokuharamitsu-ji, al sur de la ciudad. Me pareció muy curioso que hubiera un buda tan grande en Japón, así que decidí incluirlo en mi lista de lugares por visitar.
Me gustó mucho visitar el buda de Kioto. Fue una experiencia diferente y enriquecedora. Me sorprendió encontrar una estatua tan grande y antigua en medio de una ciudad moderna y dinámica
Davidson
Llegué a Kioto después de un largo viaje en tren desde Tokio. Estaba emocionado por conocer la antigua capital de Japón y su rica cultura e historia. Me alojé en un hotel cerca de la estación central y al día siguiente salí temprano a explorar la ciudad. Tomé el metro hasta la parada de Kiyomizu-Gojo y desde ahí caminé unos 20 minutos hasta el templo Rokuharamitsu-ji. El camino era muy bonito, lleno de casas tradicionales, tiendas y restaurantes. Llegué al templo y pagué la entrada, que era muy barata, unos 300 yenes (unos 3 dólares).
El templo era muy tranquilo y silencioso. Había pocos visitantes y se respiraba una atmósfera de paz y serenidad. El templo tenía varios edificios y jardines, pero lo que más me interesaba era ver el buda. Seguí las señales hasta llegar a un gran salón donde se encontraba la estatua. Y ahí estaba, el buda de Kioto, imponente y majestuoso.
La estatua era realmente enorme. Tenía una expresión serena y benevolente, con los ojos cerrados y las manos en gesto de meditación. Estaba rodeada de otras figuras más pequeñas que representaban a sus discípulos y protectores. El salón estaba iluminado por unas lámparas que creaban un efecto místico y sagrado. Me quedé un rato contemplando el buda y sintiendo su presencia. Me pareció una obra de arte impresionante y una muestra de la devoción budista.
Después de ver el buda, salí del salón y recorrí el resto del templo. Aprendí que el templo fue fundado en el año 951 por un monje llamado Kuya, que era famoso por predicar el budismo por las calles de Kioto. También aprendí que el buda fue construido en el año 1256 por orden del emperador Go-Fukakusa, que quería consagrar el templo como un lugar de oración por la paz y la prosperidad del país. El buda fue dañado por varios terremotos e incendios a lo largo de la historia, pero siempre fue restaurado y conservado.
Me gustó mucho visitar el buda de Kioto. Fue una experiencia diferente y enriquecedora. Me sorprendió encontrar una estatua tan grande y antigua en medio de una ciudad moderna y dinámica. Me pareció un símbolo de la diversidad y la armonía de Japón. Si algún día viajan a Kioto, les recomiendo que vayan a ver el buda. No se van a arrepentir.